martes, 24 de enero de 2017

A TRAVES DE TUS OJOS





Todavía recuerdo los momentos felices y es por eso que tu desprecio duele más.

Aquellos besos, tus miradas de amor... se sienten hoy lejanas.

Sentir tus caricias sobre mi cuerpo era percibir tranquilidad, acomodo, ser amada. Hoy una mano tuya sobre mí, es esperar dolor, angustia.

No me acuerdo cuando fue la primera vez que me pegaste, es como si mi memoria lo hubiera borrado, sólo tengo el desconcierto grabado a fuego, igual que tus gritos cuando me golpeabas, aquellas palabras hirientes que me dirigías y que todavía resuenan en mi cabeza: ¡No vales nada!


Sin embargo, cuando nos conocimos,  no lo olvidaré jamás. Esa mirada tuya irradiaba felicidad, dulzura y te amé en ese instante.


Te fui siempre fiel y lo seré hasta el final a pesar de tus continuos malos modos, tus enfados, tu gesto sombrío hacia mí.


Ayer fue un día terrible, me diste una espantosa paliza sin motivo, no pude emitir ni un sólo quejido, las patadas cortaban mi respiración una y otra vez. Acabé en un rincón sollozando más por saber que te estoy perdiendo que por el dolor de mis heridas.
Ya no siento amor hacía ti solo  miedo, pero sé que si  me llamas correré otra vez a tu lado sin importar volver a sentirme rechazada.


Hace un rato sin razón alguna me has cogido por el cuello empujándome con violencia dentro del coche. No sé dónde vamos, no puedo ver el camino pero noto tu desapego.

Durante la media hora de viaje no me has dicho nada, ni siquiera he tenido la sensación de que notases que iba a tu lado.


Ahora caminamos despacio uno al lado del otro sin decir nada por una senda pedregosa en una zona apartada de un monte.

De vez en cuando rompes tu letargo arrojándome de golpe contra los arbustos del camino al tiempo que  vociferas insultos hirientes.

Yo callo mi dolor para evitar que te enfurezcas más. Se que es el final, lo veo en tu semblante, frío como el hielo, sin sentimiento alguno después de tantos años juntos.

Solo puedo mirarte con amargura mientras atas una piedra a mi correa y me lanzas al interior del pozo. Un espacio húmedo, oscuro que recibe mi cuerpo rompiendo mis cuatro patas con dureza mientras lanzo mi último aullido de dolor.

5 comentarios:

  1. De pronto sentí esas palabras tan reales, parece sacada de una película de terror, pero como dice mi madre, la realidad supera la ficción, cuantas personas en el mundo sufren por este motivo... muy interesante Sidrina, un tema bastante complejo.
    Besos mi preciosa :*

    ResponderEliminar
  2. Lo relato como si fuera una agresión a una mujer, pero si te das cuenta al final de todo "explico" que es un perro. No se si lo habré conseguido.

    ResponderEliminar
  3. No entiendo demasiado el maltrato animal.

    Besos.
    No sé si es porque tengo mascotas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Amapola Azul gracias por acercarte. Yo tampoco lo entiendo por eso quise retratarlo de alguna forma. Un saludo

      Eliminar
  4. Pobre perrillo... ufffffffffffffff, duele mucho eh... jo...

    Saludos.

    ResponderEliminar